Presentación del libro Cantos populares de España. La jota aragonesa de Ruperto Ruiz de Velasco
José Luis Melero [Zaragoza, Paraninfo de la Universidad, 29 de abril de 2013]
Ningún acontecimiento cultural en Aragón tiene la antigüedad y el pedigrí del Certamen Oficial de Jota. Tal vez sólo le supere el acto de apertura del Curso Académico de la Universidad de Zaragoza. Este año 2013 se celebrará la centésimo vigésimo séptima (127) edición del Certamen, que nació en 1886 y que como cada año organiza el Ayuntamiento de la ciudad. Al año siguiente, en 1887, ya formaba parte del Jurado del Certamen nuestro Ruperto Ruiz de Velasco, el autor del libro que hoy presentamos, que seguiría siendo miembro de dicho Jurado durante varios años. Con él en el Jurado ganaron Blas Mora, El Niño Moreno… Y hasta un obra suya, “La ronda”, fue de interpretación obligada en el Certamen, en la sección de “Rondallas populares” en 1896. El Teatro Principal antes y el Auditorio hoy se han llenado siempre de los aficionados más entendidos y exigentes. Hay tanta pasión que los gritos de ánimo, la alegría desbordante de los ganadores y la desolación de los derrotados y de sus seguidores recuerdan las escenas que se viven en el graderío de un campo de fútbol el día de una gran final. El Certamen es uno de los más grandes espectáculos de la cultura aragonesa, la afirmación centenaria de nuestra condición de aragoneses y el ejemplo vivo de que la tradición de cantar jotas en Aragón permanece no sólo inalterable sino pujante a lo largo del tiempo. Para poder calibrar la enorme tradición histórica del Certamen bastaría recordar que la Bienal de Flamenco de Sevilla (el festival flamenco más importante y el que fija y difunde el mejor cante jondo) tiene poco más de treinta años de historia. El Certamen, sobre el que han escrito Galán Bergua, Solsona o Cester Zapata, no es sólo el Campeonato de Aragón, sino que, como algunos decimos jocosa y ampulosamente, es en realidad el Campeonato del Mundo de Jota Aragonesa. Lo más grande para un cantador. Llegar a la final y participar en ella ya es un gran triunfo. Ganar el Certamen son ya palabras mayores. Quien lo gana forma parte ya de la leyenda, porque inscribe su nombre con letras de oro en una nómina de cantadores donde están los más grandes de la historia: Pilar Gascón, Camila Gracia, Felisa Galé, María Pilar de Las Heras, Carmen Cortés, Cecilio Navarro, Miguel Asso, Juanito Pardo, José Oto, Jesús Gracia… Pues bien, Nacho del Río, el cantador que vamos a escuchar a continuación, ha ganado en cinco ocasiones el Premio Extraordinario del Certamen, ese al que solo pueden concurrir los que han ganado ya el Ordinario, por lo que se convierten inmediatamente en campeones entre campeones. Lo más grande. Si ganar el Extraordinario del Certamen una vez es complicadísimo, imagínense lo que es ganarlo en cinco ocasiones. Solo tres cantadores han podido ganar el Certamen en cinco ocasiones a lo largo de esos 126 años de historia: Mariano Arregui, ya fallecido, Vicente Olivares y Nacho del Río. Y la juventud de Nacho del Río hace pensar que puede llegar a batir todos los registros. Nacho del Río ha marcado toda una época y es por tanto, ya, un mito y una leyenda. ¿Cómo es el Nacho del Río cantador? Nacho del Río es el rigor, el respeto absoluto a la ortodoxia de la jota y a los estilos antiguos que recibimos de nuestros mayores, poniéndolos al día con los medios y las técnicas de hoy. Es el estudioso por excelencia de la historia de nuestra jota y uno de los máximos responsables de la recuperación de viejos estilos, especialmente a través de su trabajo con Alberto Gambino y Beatriz Bernad en los tres disco-libros de La Jota ayer y hoy, en los que tuve el honor de participar. Es también la elegancia absoluta en el escenario, y un gran amigo suyo -y mío-, Evaristo Solsona, dice muchas veces que con verle salir al escenario, con su majeza y apostura tradicionales, ya es suficiente, y que casi no haría falta ni oírle cantar. Su perfeccionismo ha sido contagioso y ahora todos saben que si quieren ser algo en el mundo de la jota no hay lugar para las chapuzas ni para las faenas de aliño. Hay un antes y un después de Nacho del Río. Ahora todo debe hacerse bien y están ya vedados para siempre el baturrismo, la chabacanería, las coplas zafias, llenas de tópicos, sesgadas políticamente o claramente ideologizadas, el populismo barato y la búsqueda del aplauso fácil por parte de públicos poco exigentes. Para quienes quieran entrar a partir de ahora en la historia de la jota, Nacho del Río ha puesto el listón muy alto, y quien quiera formar parte de ella sabe ya que tiene que hacer las cosas muy bien. A partir de Nacho del Río, sólo hay espacio para la delicadeza, para la jota con mayúsculas hecha con respeto a la tradición, a una tradición cultural que -si queremos que nos sobreviva- debe basar sus pilares en el estudio y el rigor, la necesaria puesta al día para acomodar la jota a los nuevos tiempos, y la búsqueda de la excelencia sin una sola concesión a los gustos de cierto público contaminado por las malas prácticas de muchos años en los que las cosas se hicieron mal. Nacho del Río bebe en la tradición de Jesús Gracia, otro gran maestro que también se tomó siempre la jota muy en serio, y que la estudió, defendió y dignificó en unos años muy difíciles. Esa pasión por hacer las cosas bien se la transmitió Jesús Gracia a su discípulo más dilecto y de él le viene a Nacho del Río su obsesión por el perfeccionismo. Hoy le van a escuchar cantar seis tonadas de las ocho que Ruiz de Velasco recogió en su trabajo de 1892 que hoy presentamos. La primera ya fue grabada hace años por María Pilar de las Heras con alguna pequeña variante. Nacho la va a cantar con una preciosa letra de un Cancionero zaragozano que el Conde de Sástago, mandó recopilar e imprimir en 1783: “Tres calles de Zaragoza / ruines son y pendencieras / las Doncellas, Santa Bárbara / y la de Calabaceras”. La segunda tonada, que han grabado los más grandes, Pilar Gascón entre ellos, que la cantó con la famosa copla de “Tú no quisiste ceder / ni tampoco quise yo / y ahora que ya no hay remedio / cederíamos los dos”, la cantará con una canta o copla de Miguel Ángel Yusta, uno de nuestros más grandes autores de coplas. La tercera la grabó a principios del siglo XX el señor Macho y Nacho la cantará con una letra de José Verón Gormaz, el gran poeta de Calatayud, que ya fue adaptada por Nacho para esta tonada en su último trabajo: Batebancos. La famosa Fiera del Ay de Fuentes, que Nacho cantará en cuarto lugar, la interpretará con una de las letras tradicionales con las que se siempre se ha cantado, Las campanas del olvido. Esta fiera ya se inventarió también en el Cancionero de Lapuente y Sola, o Cancionero de Alvira, de 1895, lo mismo que la que oiremos en quinto lugar, la tonada conocida como “de la del albañil”, un auténtico monumento de la jota, que se interpretará con su letra histórica, la que ya estaba en ese Cancionero de 1895: “Baturrica, baturrica / yo te llamo, yo te llamo / que no tardes, que no tardes / que me acabo, que me acabo”. Y por fin, la sexta tonada será una aragonesa libre derivada de la popular tonada conocida como “Los ramales”, que Nacho interpretará con una canta de Verón. Termino. Nacho del Río ha sido nombrado recientemente académico de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis y, en su calidad de Académico, trae hoy la jota a la Universidad, a la ACADEMIA con mayúsculas, al lugar donde solo caben la excelencia y la búsqueda del conocimiento. Escúchenlo con devoción y respeto, porque si Santiago Ramón y Cajal, por delante de cuya estatua todos acabamos de pasar, ganó el Premio Nobel por la excelencia de su investigación científica, Nacho del Río lo ganaría por la excelencia de su trabajo continuado sobre la jota, ese canto tradicional de tantos y tantos aragoneses, de los que no nos avergonzamos de serlo, de los que sabemos muy bien que tenemos la obligación histórica de defenderla y amarla porque nadie lo hará por nosotros, de los que estamos convencidos de que sentir pasión por Haydin, Wagner, Bob Dylan o Lou Reed, no está reñido con sentir pasión por la jota aragonesa. Porque todo cabe y para todo hay sitio en la mente y en el corazón de los aragoneses que no por estar abiertos a todos los saberes del mundo desdeñan los propios. Este es un momento histórico. Canta en la Universidad de Zaragoza el Ilustrísimo Señor don José Ignacio del Río Torcal.
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