|
Presentación de Piedad de Miguel Mena
José Luis Melero
María Moliner definió la PIEDAD en su diccionario como la inclinación afectiva, con pena o sentimiento, hacia una persona desgraciada o que padece. MIGUEL MENA hace en este libro un extraordinario ejercicio de PIEDAD, es decir de ponerse en el lugar del que sufre, de sufrir con él. Nada que ver esta PIEDAD de MIGUEL MENA con la lástima o la compasión, que serían “actitudes externas” al sufrimiento. Con ellas, con la “lástima” y la “compasión”, el dolor en ningún caso se comparte sino que sólo se lamenta. En el libro de MIGUEL MENA se sufre con el que sufre, se llora con el que llora y casi se muere con el que muere. De ahí el título de PIEDAD, porque el libro está lleno de piedad en todos sus textos, unos textos breves, emocionantes, desoladores, apocalípticos en ocasiones. Y por eso, porque el dolor y el sufrimiento se comparten, el libro de MIGUEL MENA es un libro progresista de los pies a la cabeza, es un libro que recupera para los valores del progresismo un concepto como el de “piedad” que muchas veces ha querido dejarse en manos de la derecha más rancia haciéndolo erróneamente sinónimo de “pena” o “conmiseración”. En eso ha sido especialista una parte de la izquierda, la más dogmática, extrema y maximalista, que entregó siempre a la derecha valores como “autoridad”, “orden” o “disciplina” que creyeron reaccionarios, cuando no sólo no lo son sino que parecen imprescindibles para que las sociedades avancen (A lo mejor la suerte de la II República, durante la guerra y antes de ella, hubiera sido otra si parte de la izquierda no hubiera renegado de esos valores. Se dieron cuenta de ello hasta anarcosindicalistas como Joan Peiró, que fue ministro de Industria y acabó siendo fusilado por Franco en 1942, y que siempre creyó en el discurso de orden y disciplina para las milicias en el frente. Lo recordó recientemente Julián Casanova en un artículo en “El País”). Otros valores los entregaron a la Iglesia Católica, pensando que eran sólo cosa de beatas. Pensemos por ejemplo en las cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza, que estaban ya en el paganismo grecorromano, en Platón, en Cicerón y en Marco Aurelio. ¿Quién diría que no son conceptos o valores a defender por la izquierda? ¿Desde cuándo la prudencia o la justicia son sólo cosa de curas? MIGUEL MENA, libre de prejuicios, recupera con este libro para siempre el concepto de PIEDAD para el imaginario de los defensores de la libertad y del laicismo. Pero naturalmente esto lo hace MIGUEL MENA de forma involuntaria. Es sólo resultado y consecuencia no buscada de su actitud. Porque su actitud ante el dolor no era desde luego la recuperación del término PIEDAD. Era sólo, como el de todo gran escritor, hacer LITERATURA. Pero hacerla desde y a través del dolor y del sufrimiento. MIGUEL MENA, que tanto sentido del humor desplegó en casi todos sus libros anteriores, cambia abruptamente de registro y nos entrega “un libro de alaridos interminables en la noche” (así lo ha definido Antón Castro), un libro lleno de dolor y de muerte, en el que ésta aparece en 43 de los 100 textos que comprende, en el que hay 6 suicidios y en el que hasta el texto que se dedica a Aragón, en el que se repasan algunos pueblos aragoneses y lo que se puede ser en ellos (por ejemplo, ser semilla en Huerto, ser amanecer en Alba, ser gota en Aguaviva o ser pañuelo en Alpartir), termina del siguiente modo: SER UNO MISMO, es decir el propio MIGUEL MENA, en Triste (que es un pueblo de la provincia de Huesca). El libro (ilustrado con 50 fotografías del autor capturadas por quien como MIGUEL MENA tiene una mirada especial para hallar lo sorprendente, lo paradójico, lo esperpéntico a veces) está lleno de textos antológicos, marca de la casa, todos ellos sin excepción sacados de la vida real, que nos invitan a sentir PIEDAD, entre otros muchos: - Por el deportista que, tras años y años de entrenamiento, los mismos o más que los tres que suben al podio, siempre es cuarto, quinto u octavo, y siempre se le escapa la gloria. - Por el pobre atracador, heroinómano, que descubierto por la policía se suicida delante de ésta. - Por la madre de un famoso músico zaragozano que acaba de morir trágicamente y que en su homenaje acaba siendo silbada cuando prolonga más de lo previsto su intervención. - Por Fernando Garrido, porque ETA asesina a su padre, a su madre y a su hermano. - Por el perro que pasa toda su vida encadenado a la entrada de una finca con sólo unos pocos metros para poder moverse. - Por el pobre pastor pakistaní, tan lejos de su tierra, que no puede entenderse con el viajero que solicita su ayuda porque no conoce otro idioma que el suyo. - Por esos buenos padres a los que un hijo desaprensivo deja en la ruina tras gastarse todo su dinero. - Por el ciclista escapado que es neutralizado cuando está a punto de entrar en la meta. -Por aquel chaval que dio una patada a una bolsa que escondía una bomba dentro y perdió una pierna, un ojo y parte de los genitales. - Por José Joaquín, el niño discapacitado que se perdió en el Pirineo; por Álvaro Iglesias, que murió tras salvar a varias personas en un incendio; por Daniel Oliver, que murió por defender a una chica que estaba siendo agredida; y por la madre del niño autista que lo que más lamenta es que Ramiro, su hijo, nunca podrá enamorarse. Y asimismo en el libro se clama contra la falta de PIEDAD de algunos, casi siempre de los terroristas: del etarra López, que mata gentes de tres continentes: dos ecuatorianos, uno de Melilla y otros tres de Ávila, Madrid y Zamora; o del etarra García, el asesino de Miguel Ángel Blanco, que se hace carantoñas con su novia en el juicio. Pero el libro, a pesar de tanta desolación y tanto dolor, no es un libro desesperado. Es un libro en el que hay también lugar a la esperanza y sus páginas están llenas de gente noble que ayuda a sobrellevar tanto dolor: el motero que salva a la niña a la que un lobo le está devorando el brazo, el empresario que apuesta por un chico y le ofrece trabajo tras escucharle por la radio, el nadador que muere tras salvar al que se está ahogando, los casos antes citados de Álvaro Iglesias y Daniel Oliver, que también dieron sus vidas por salvar a otros... Y abunda lo autobiográfico. Hay un gran número de textos autobiográficos con sucedidos que le han ocurrido al propio MIGUEL MENA: “Río adentro”, cuando MIGUEL MENA se golpea la cabeza en el río y piensa en el tetrapléjico Ramón Sampedro, “Foulard”, cuando su larga bufanda se engancha en la cadena de la moto y está a punto de ahogarle, o “Mozo”, cuando le suspendieron un examen para mozo de almacén. Uno de los textos autobiográficos más conmovedores -con serlo mucho casi todos- es el que dedica a Mercedes, lleno de admiración y cariño. (pág. 84) Aunque en este aspecto autobiográfico del libro, el gran protagonista de PIEDAD es DANI, el hijo discapacitado de Miguel y Mercedes, al que se le dedican dieciséis textos, y que es la luz que ilumina el libro y el hálito que lo sustenta. Dani nunca sabrá que ha sido la causa y que ha dado origen a uno de los más grandes libros publicados en Aragón en los últimos tiempos, que ha sido para su padre como don Quijote o Sancho para Cervantes, como Lolita para Nabokov, como Patricio Julve para Antón o como el Miralles de “Soldados de Salamina” para Javier Cercas, pero con la particularidad de que no es un personaje de ficción sino un personaje real, de carne y hueso, lleno de vida y alegría. Por eso hoy DANI debería ser el gran protagonista del día y a él debemos rendirle nuestro homenaje y ofrecerle nuestro cariño. Todos los textos a él dedicados son estremecedores, pero hay uno que quiero leerles: SILENCIOS (pág. 44). No me gustaría terminar sin hablar de las pinceladas de HUMOR que aparecen en el libro, humor que ha de ser necesariamente NEGRO. Pensemos en dos textos: “Postal” y “Funeral”. En el primero MIGUEL MENA nos cuenta la historia de su tío Julio, que murió en Navidad. Pocos días después de su muerte, con la demora postal propia de esas fechas, MIGUEL MENA recibió la postal de felicitación navideña de su difunto tío en la que se leía: “Espero que al recibo de la presente estéis bien. Nosotros bien, gracias a Dios”; y en el segundo se describe el funeral de Pedro. Vamos a leerlo. (Pág. 90) Y quiero que terminemos sonriéndonos, porque el libro, a pesar de su dureza, no deja nunca un sabor amargo, porque hay en él una defensa heroica de la vida, del amor, de la justicia y de la bondad de las gentes. Porque es un libro hecho con los más nobles sentimientos, un libro decente y luminoso de los pies a la cabeza. Hay dos textos con los que no estoy de acuerdo. En el titulado “Renuncias”, MIGUEL MENA nos cuenta las cosas que ha ido dejando: el tabaco, la cerveza, los licores, los pasteles... Y dice: “ahora me propongo dejar mi afición al fútbol, porque encuentro absurdo que mi humor del domingo por la noche dependa de unos jugadores que ya no me inspiran confianza”. Pues bien: un cobarde es lo que es MIGUEL MENA. Lo dice ahora porque estamos en Segunda. Qué poco lo decía cuando se sacó el abono y venía a La Romareda con Félix, con Labordeta, con Rodolfo, con Ismael, con Antonio Pérez y conmigo, cuando estábamos en Primera, ganábamos Copas y nos clasificábamos para la UEFA. Y no hace falta decir que me gusta que el libro termine con un texto, “Prórroga”, en el que el protagonista es Seaman, el portero del Arsenal, asombrado y desconcertado instantes después de que Nayim le metiera el gol de nuestras vidas. Pero yo no lo habría incluido en un libro titulado PIEDAD porque he de confesar, querido Miguel, que en ningún momento he sentido ninguna PIEDAD por él. Que se joda Seaman y viva el Zaragoza.
|
|