LA JOTA: UNA PRESENCIA INCONTESTABLE EN TODO ARAGON
José Luis Melero Heraldo de Aragón, 10 de julio de 2013
José Iranzo, el pastor de Andorra, y José Luis Melero. Zaragoza, 11 de octubre de 2015 Pocas cosas vertebran tanto Aragón como la jota. Solo tal vez este periódico, que desde su fundación a finales del siglo XIX, y advirtiéndolo ya en su propia cabecera, ha tenido siempre una decidida vocación aragonesa, y en los últimos años la televisión autonómica, que ha prestado en este sentido un servicio impagable. Ni siquiera el Zaragoza, ay, alcanza ese nivel vertebrador, con lo que a mí me gustaría. Pero la jota es, claro, mucho más antigua que cualquiera de ellos y supera sobradamente a todo el que se ofrezca como posible competidor en afanes vertebradores. Se canta y se baila en el Alto Aragón con prestancia y delicadeza, con mayor lentitud que en el valle, con hermosura casi inigualable; y de las tierras altas han surgido algunos de sus más grandes intérpretes: Pilar Gascón, Fidel Seral, Camila Gracia, Gregoria Ciprés, Carlos Vidal, Luis Arellano y, ahora mismo, el gran Roberto Ciria. En Zaragoza, la jota adquiere viveza y la que lleva su nombre, al bailarla, emociona y hace vibrar como ninguna. Aquí han cantado y bailado Miguel Asso, Cecilio Navarro, Pascuala Perié, José Oto, Mª Pilar Lasheras, Mariano Arregui, Jesús Gracia, Ángel Martínez, Conchita Mormeneo, Begoña García, Carlos Gil, Alicia Guerri y Nacho del Río, y allá cada cual con su conciencia si se es capaz de creer que puede haber algo más hermoso que verles y escucharles interpretar ciertos bailes y tonadas. En el sur de Aragón, en las tierras turolenses, se crearon algunas de las jotas de baile más características: Andorra, Alcañiz, Albalate y mi preferida entre todas, la majestuosa jota de Calanda. Por esas tierras bailaron los hermanos Berge, Teresa Salvo, José Pinardel, Pascuala Sancho, Francisco Espada y Alfonso Zapater Cerdán, y en ellas nacieron para la jota cantadores como Blas Mora, José Moreno, Jesús Burriel, Trinidad Loscos, Jesús Benito, José Mª Julve, Vicente Olivares o el más querido hoy por todos, José Iranzo, El Pastor de Andorra, que cumplirá pronto 98 años llenos de lucidez y bonhomía. En todo Aragón, por tanto, la jota tiene una presencia incontestable. Y la tiene porque la jota nació del pueblo, ha estado en manos del pueblo y gentes del pueblo han sido siempre quienes la han popularizado y cantado. Lo que tantos aragoneses llevan en el corazón ha sido declarado formalmente Bien de Interés Cultural. Una sabia medida. Aragón y su cultura están de enhorabuena.
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