La foto de Mordzinsky

 

 

 

Daniel Mordzinski, como los grandes fotógrafos, mira lo que nadie mira y ve lo que nadie ve. Y sus composiciones son como los mejores haikus: rápidas, brillantes y certeras. Y siempre sorprendentes. Mis preferidas son esas en las que Mordiznski recrea a sus personajes, y convierte a César Aira en un vendedor de globos en Querétaro o a  Luisgé Martín en un cocinero al que se le están quemando las verduras. Yo lo cité para que me fotografiara en Casa Paricio, en el Coso Bajo, una de las más antiguas tabernas que quedan en Zaragoza. Me gustan las viejas cantinas y figones, y Casa Paricio está entre las de mayor pedigrí. Así que pensé que aquella bodega le seduciría e inspiraría. Pero cuando llegamos aún no habían abierto y tuvimos que cambiar de plan. Mi otra opción era el comercio de Quiteria Martín, en la calle Mayor, a pocos minutos de Paricio, y allí nos fuimos. A Mordzinski le encantó la Quiteria. Disfrutó de la tienda, se empapó del ambiente y, cuando creyó que había llegado el momento, eligió una bolsa de juguetes entre las que allí se venden. Sacó un pañuelo y una pistola de vaquero y, con la ayuda de Carlos Calvo, convirtió la Quiteria en un spaghetti western y a mí en su particular -y algo más estilizado, espero- Bud Spencer.

José Luis Melero, Heraldo de Aragón, 29 de noviembre de 2018