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Yo
vi ganar a José Iranzo “El Pastor de Andorra” el Certamen de
1974. Este año se cumple por tanto mi trigésimo Certamen y ya
casi me he convertido en eso que suele llamarse “un viejo
aficionado”. Durante muchos años he tenido que sufrir las finas
ironías de algunos de mis amigos por mi insobornable afición a
la jota, pues no eran pocos los que pensaban que ésta era algo
del pasado, que sintonizaba y simpatizaba en exceso con los
aires marciales de un régimen político que siempre vio en ella
el canto de una raza, y que en realidad no era sino un vehículo
de transmisión política que siempre apuntaba hacia una única
dirección: la derecha, naturalmente.
¿Tenían razón mis amigos? Durante muchos años creo sinceramente
que sí. Sólo un aragonesismo a prueba de bombas como el mío pudo
resistir tanta zafiedad durante tanto tiempo. Todavía en los
años 80 y 90 se seguían cantando sin rubor alguno coplas
escritas en la guerra civil por simpatizantes del bando
vencedor, como algunas de Abad Tárdez. El más rancio
nacionalismo español había encontrado en la jota campo abonado y
durante años y años tuve que sufrir cantas que hubieran servido
de broche de oro a cualquier mitin de Queipo de Llano (o de
Rodríguez Ibarra hoy, que en todos los sitios cuecen habas):
“Todos los aragoneses/ al gritar Viva mi tierra/ no dicen Viva
Aragón/ dicen Viva España entera” o “Quien oyendo un Viva
España/ con un Viva no responde;/ si es hombre no español/ y si
es español no es hombre”, que se deben al estro inflamado de
Luis Sanz Ferrer (Cantas y... “Cantos”, 1923). El mal gusto y
las coplas o cantas reaccionarias eran también habituales: “Si
te pega tu marido/ no te debes enfadar/ te pega porque te
quiere/ porque te quiere pegar” o “Los hombres y las mujeres/
visten con extravagancia/ y ya no hay quien los distinga/ ni a
dos metros de distancia”. Y los tópicos habituales de los
Amantes, Agustina, etc, estaban a la orden del día. Además la
jota era confesional y la sobreabundancia de coplas religiosas
ponía de manifiesto, un día sí y otro también, que el laicismo
no había llegado al mundo de la jota. Todos hemos oído miles de
veces la canta de “La que más altares tiene”, y nunca, ni una
sola vez, oí en el Principal una copla también tradicional como
ésta: ”Si vas a Misa por verme/ no vayas a la mayor/ ni tampoco
a la primera/ porque a Misa no voy yo”.
Me dirán ustedes que por qué acepté entonces sufrir tanto. Pues
porque sabía que la jota era mucho más que eso, que los estilos
históricos que cantaron nuestros abuelos y bisabuelos sólo
estaban esperando que se abandonaran esas coplas y se
recuperaran las tradicionales para volver a brillar de nuevo, y
que una época histórica sombría como fue el franquismo no podía
acabar con lo que era el canto tradicional por excelencia del
pueblo llano aragonés. La jota había sido siempre algo
auténticamente popular y estaba convencido de que el tiempo
volvería a poner las cosas en su sitio, que si algún sentido
tenía la jota como manifestación popular ése era el de unir a
todo un pueblo, y que si aspiraba a representar a Aragón en su
conjunto acabaría obligatoriamente dejando de lado todo aquello
que pudiera ser motivo de disensión. Para eso era necesario
renovar las coplas y también volver a cantar las más
tradicionales, aquellas que pudieran gustar y emocionar a los
aragoneses de cualquier condición, sin distinción de clases ni
ideologías: pensemos en rondaderas como la de Mainar o el estilo
Baldomero, en bellísimas coplas de amor como la que suele
cantarse con el estilo “de la del albañil”: “Baturrica,
baturrica/ yo te llamo, yo te llamo/ que no tardes, que no
tardes/ que me acabo, que me acabo”, en el estilo Calatayud:
“Derecha te estás criando/ como las cañas del trigo/ aquí te
estoy aguardando/ para casarme contigo”, en el estilo de la
Parra, en el estilo de la fiera (“No tires piedras, cobarde”),
en el de la fiera antigua, en la enredadera que inmortalizó
Cecilio Navarro, en las clásicas femateras y trilladoras, o en
las coplas de humor aragonés que aquí tanto gustan: “Cuando se
murió mi madre/ dijo una verdad mi abuela/ si este chico tiene
suerte/ vivirá hasta que se muera”.
Hoy se han limpiado ya muchas impurezas y el Ayuntamiento ha
incluido por fin en las bases del Certamen “que se valorará
especialmente la recuperación de cantas o coplas aragonesas hoy
olvidadas entre los cancioneros aragoneses antiguos”. Y cada vez
se oye cantar más esta copla: “Canto a la espiga del trigo/
canto al campo, canto al aire/ y canto a la libertad/ como no le
cantó nadie”. Y es que el que resiste, gana.
José Luis Melero Rivas
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