PRESENTACIÓN DEL DISCO-LIBRO
LA JOTA AYER Y HOY 3
José Luis Melero
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Hoy presentamos el tercer volumen de La jota ayer y hoy. El primero se dedicó a la recuperación de los viejos estilos que cantaron los cantadores históricos: Urbano Gracia, Juanito Pardo, Miguel Asso, Pilar Gascón, Cecilio Navarro... El segundo se centró en los cantos de trabajo y se grabaron segadoras, trilladoras, femateras, oliveras, de vendimia y bodega, de labradores, de pastores, de esquiladores... Y hoy presentamos el tercero, que se dedica a la jota de ronda y a la jota de baile. Evaristo Solsona y yo hacemos un recorrido por la jota de ronda, haciendo hincapié en las coplas de reto y en algunas otras humorísticas, de amor, de quintos..., así como en el desarrollo de las rondas, tanto “a ronda seguida” como a “a ronda parada”; y luego presentamos una selección de rondadores y de rondallas a lo largo de la historia. Jesús Rubio describe la evolución y los diferentes estilos de la jota bailada, deteniéndose en las de Alcañiz, Albalate, Calanda, Zaragoza, Hecho, Ansó, Teruel... Y realiza una pequeña selección de bailadores y grupos de jota, así como un estudio de la indumentaria en el baile. Pero no es de esto de lo quiero hablarles, pues nuestros textos podrán leerlos cuando tengan el libro en sus manos y no voy a ser yo quien los pondere. Prefiero que hagamos algunas reflexiones sobre la jota ayer y hoy. Estos tres disco-libros han cambiado la historia de la jota. Hubo un antes y habrá un después. A finales de 1921 Manuel de Falla estaba preocupado por la decadencia del cante jondo, adulterado por el comercialismo y el flamenquismo, y temía que los cantes puros terminasen por perderse. Así surgió la idea, que compartió con Federico García Lorca, de organizar el famoso Concurso de Cante Jondo de 1922, firmando la solicitud enviada al Ayuntamiento de Granada nada más y nada menos que Juan Ramón Jiménez, Ramón Pérez de Ayala, Fernando de los Ríos, Tomás Borrás, Enrique Díez Canedo, Ignacio Zuloaga o Ramón Gómez de la Serna, entre otros muchos. El Concurso se celebró en la Plaza de los Aljibes de La Alhambra, decorada por Zuloaga, las noches del 13 y 14 de junio de 1922, y desde entonces el cante jondo, arropado por intelectuales, escritores y artistas, no ha hecho sino crecer. Yo quiero creer que estos tres disco-libros de La jota ayer y hoy pueden producir en nuestra jota el mismo efecto que el famoso Concurso de 1922 causó en el cante jondo. También como entonces ocurría con el cante andaluz, el nuestro languidecía, y como dice Mariano García en el prólogo de este tercer volumen: “la jota llevaba años anclada en planteamientos ideológicos y estéticos que la habían conducido a un callejón sin salida. Poco a poco había ido reduciendo su presencia e incluso su peso específico en la sociedad... y crecía el número de los que veían en ella algo rancio y anticuado, cuando no retrógrado”. Hasta ahí la cita del periodista de “Heraldo de Aragón”, que a buen seguro muchos suscribimos. A solucionar este estado de cosas vino el equipo de La jota ayer y hoy. La editorial Prames, naturalmente con Plácido Serrano a la cabeza como director de la colección de libro-discos, pero también con el apoyo de Modesto Pascau, Chusé Aragüés y otros, hizo el papel de aquel Comité Organizador del Concurso del Cante Jonto, y fue quien empujó, financió y apadrinó el proyecto. Ejemplar actitud, por la que la jota aragonesa les deberá siempre eterno reconocimiento. Alberto Gambino y su equipo, con Juanjo Almarza, Sergio Aso, Pepín Banzo, Ángel Vergara, Luis Miguel Bajén... se han convertido en nuestros Manuel de Falla, en los músicos que han tratado de actualizar para los aragoneses del siglo XXI las viejas tonadas del siglo XIX, y lo han hecho con un rigor y una profesionalidad excepcionales; y naturalmente las estrellas del proyecto, Beatriz Bernad y Nacho del Río, dos de los más grandes cantadores de todos los tiempos, pusieron su voz y su sabiduría, sus ganas de estudiar viejos estilos y de perfeccionar los más conocidos, al servicio de hacer de nuestra jota algo de lo que todos podamos sentirnos orgullosos. Sólo fallamos los escritores: lástima que ni Javier Barreiro, ni Evaristo Solsona, ni Alberto Turón, ni Ángel Vergara, ni Jesús Rubio, ni desde luego quien les habla, seamos Federico García Lorca. Pero hemos empeñado nuestro prestigio, que no es mucho ni poco, pero es el nuestro, en defender, en propagar y en abanderar este nuevo renacimiento de la jota aragonesa, muchas veces en contra de nuestros círculos más próximos que pensaban erróneamente que la jota ya no tenía salvación y que parecía desproporcionado dedicar tantos afanes a asuntos aparentemente menores. Lo que éstos nunca entendieron es que la jota, para nosotros, nunca ha sido un asunto menor, sino muy al contrario, de la mayor importancia. Es el canto aragonés por excelencia, el que cantaron nuestros padres, nuestros abuelos y nuestros bisabuelos, y el que se cantará en Aragón mientras haya aragoneses dispuestos a defender sus señas de identidad y sus tradiciones. Hoy la jota, después de estos tres disco-libros, está más viva que nunca. Se la ha limpiado de adherencias espurias, de las impurezas que la afeaban después de tantos años de olvido, de las coplas patrioteras y nacionalistas españolas que tanto daño le hicieron, (y que como escribí en el primer volumen hubieran servido para cerrar con broche de oro un mitin de Queipo de Llano en plena guerra civil española), y que apartaron prácticamente de la jota a una gran parte de la población progresista, pues nadie podía entender cómo podían seguir cantándose sin rubor alguno a finales del siglo XX coplas escritas 60 años antes para uno solo de los bandos de la guerra, naturalmente el vencedor; se la ha limpiado de la zafiedad y el mal gusto con que se elegían otras muchas coplas dedicadas a zaherir a las mujeres, a las suegras...; de los tópicos ya ajados de tanto usados (Agustina, los Amantes...), y se las ha sustituido por nuevas coplas escritas en los últimos años, por las coplas tradicionales que se encuentran en nuestros cancioneros o por aquellas que fueron cantadas por nuestros cantadores históricos, coplas en las que todos los aragoneses sin excepción nos podemos ver representados. Porque esta nueva generación de cantadores que Nacho del Río y Beatriz Bernad pueden encabezar y apadrinar, ha comprendido -y esta vez ya para siempre- que la jota no puede ser de derechas ni de izquierdas, que es de todos y para todos, y que por lo tanto hay que dejar de lado aquello que desune y hacer hincapié en lo que une. Y lo que une es la pureza de las tonadas, el rigor en las coplas, la recuperación de estilos olvidados, la elegancia y el respeto a la tradición en el vestir y en el decir, el hacer poesía con el baile. Este aire fresco y nuevo, este romper con los clichés del pasado más próximo pero respetando escrupulosamente los cánones de la pureza y la tradición, es lo que han traído a la jota aragonesa los tres disco-libros de La jota ayer y hoy. Y ya se nota este mismo estilo cuidadoso, casi de orfebre, en las últimas grandes grabaciones que han hecho Roberto Ciria y Antonio Julve o José Luis Muñoz y Begoña García Gracia. Porque este afán perfeccionista se contagia, se expande, y ya no queda sitio para la chapuza y las faenas de aliño. Uno, que ha escrito otras muchas cosas y se ha dedicado a otros muchos menesteres intelectuales en esta vida, sólo quiere terminar diciéndoles que se ha sentido un privilegiado por participar en este proyecto y que entre todas las cosas que ha hecho en su vida, ésta es sin duda una de las que más orgulloso se siente: haber colaborado modestamente a la defensa, puesta al día y difusión de nuestra jota aragonesa.
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