GLOSA SOBRE JOSE LUIS MELERO PARA LA ENTREGA DE LOS PREMIOS BÚHO 2016
Fernando Gracia
Bien podría decirse que José Luis Melero está de moda. Pero ello supondría un exceso de vulgarización, porque no hay nada más efímero que la moda y porque se suele aplicar a personas o asuntos en el fondo de poca enjundia. Y no es el caso. Lo comento porque de unos años a esta parte su nombre aparece constantemente en los medios, parece contar con el don de la ubicuidad, y por si fuera poco lleva un tiempo recibiendo reconocimientos provenientes de los más diversos campos. De tal forma que, sin duda, se ha convertido en uno de nuestros paisanos no sé si más conocidos, pero sí más reco¡nocidos. Y con razón, claro. Porque la leve indagación que quien suscribe ha realizado en las procelosas aguas de la informática, unida al conocimiento personal –en el fondo, más bien superficial, aunque muy entrañable- que tenía sobre él, me ha dejado francamente abrumado y sorprendido por la variedad y calidad de sus actividades, hasta el punto de llegar a preguntarme de dónde ha sacado el tiempo este hombre para sin descuidar sus obligaciones profesionales y familiares poder presentar semejante currículo. El apelativo más recurrente cuando se cita a José Luis Melero es el de bibliófilo. O sea un aficionado no solo a los libros sino al hecho de acumularlos en su posesión. Y aún más, y él lo ha explicado muy bien en numerosas ocasiones, aficionado a buscarlos, a perseguirlos, a indagar sobre ellos. Una afición casi detectivesca que le ha llevado, y le sigue llevando, a recorrer librerías de viejo y mercadillos de todo tipo, actividad que ha ocasionado multitud de anécdotas que ha contado en numerosos artículos y que luego ha refundido en algunos libros. No sé qué lugar ocupará en una hipotética clasificación de bibliófilos, pero seguro que andará muy bien clasificado. En nuestra tierra, junto a Vicente Martínez Tejero no se me ocurren otros nombres en estos momentos. Y ruego se me perdone la deriva deportiva, cual si esta actividad tuviera algo de competencia -¿o quizá, sí?-, pero esto me lleva a enlazar con otra de las aficiones de José Luis, ampliamente conocida por todo el mundo, por la que seguramente no se le da a nadie un Búho, pero que en el caso que nos ocupa suma y no poco. Ya habrán ustedes adivinado a estas alturas que me refiero a la pasión que siente por el Real Zaragoza. Y digo por nuestro equipo y no simplemente por el fútbol, que evidentemente le gusta. Pero es que se trata de algo más. Nuestro amigo es y se siente aragonés y aragonesista hasta la médula. Y en el apartado deportivo ha mamado, como hemos hecho muchos más, el amor hacia el equipo que nos representa y lo lleva tan grabado en su ser que confiesa sin rubor que solo cambiaría todos los reconocimientos literarios y aun el hacerse con alguno de esos libros imposibles que tiene en la mente por ver al Real Zaragoza levantar la copa de campeón de la Champions… Un hombre que siente el zaragocismo por encima de los avatares, con frecuencia tristes, en los que se ha visto inmerso el club del león rampante, un hombre que confiesa haberse metido en un cine mientras se jugaba un partido decisivo para no sufrir con su narración, un hombre que entró de forma yo diría que romántica a ocupar un cargo en la directiva, un hombre al que no le importa alardear de tal condición de seguidor y sufridor blanquillo llevándole la contraria a tantos y tantos “culturetas” que lo ven incompatible. ¿Y qué dirán estos cuando vean que José Luis también sabe y gusta de los toros? “Anatema”, dirán muchos. Con facilidad daría él mismo una conferencia sobre los intelectuales que han gustado de esta fiesta y la adornaría con su facilidad de palabra y el salero con el que razona sus sabores infinitos. Porque José Luis es también un excelente comunicador, que no es exactamente lo mismo que conferenciante. Expone sus conocimientos de la materia con amenidad y gracia, ya esté hablando de libros, fútbol, toros o jota, por citar algunos ejemplos. Y lo digo con conocimiento de causa porque aún resuenan en mis oídos los aplausos que él cosechó en el mes de febrero con tres charlas sobre la jota, adornadas con el lujo de la voz de Nacho del Río, en un lugar tan hermoso como el Patio de la Infanta. Para los estudiosos de nuestro canto regional dejó para la posteridad su trabajo en los tres volúmenes titulados “La jota ayer y hoy”, es requerido como experto en múltiples ocasiones y demuestra cuando le oímos o le leemos no solo sus evidentes conocimientos, sino también su pasión. Y es que si con un solo vocablo tuviera que resumir su figura, emplearía ese: pasión. Si echamos la vista atrás debemos añadir que fue fundador del Rolde Estudios Aragoneses, colaborador en la revista El Rolde, fundador también de Crótalo, secretario de dirección para la edición de la colección Poemas, editando una soberbia edición facsímil que recogía las viejas publicaciones de Luciano Gracia y amigos, Académico de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis,y colaborador habitual en prensa, ahora presente todas las semanas en el suplemento de Artes y Letras del Heraldo, por cierto ganador reciente de uno de nuestros premios Búho. Confiesa nuestro hombre ser sobre todo lector, más que escritor, pero posiblemente espoleado por algunos de sus múltiples amigos, ha escrito y no solo eso, ha publicado. “Los libros de la guerra”, “La vida de los libros”, “Escritores y escrituras”, “Leer para contarlo” y más recientemente “El tenedor de libros” son algunos de ellos. Suelen ser recopilaciones de artículos o antologías temáticas, y en todos ellos deja José Luis retazos de su personalidad de tal forma que el lector puede aproximarse con bastante fidelidad a su interior. Y a apreciarle, claro, porque no otra cosa se puede hacer con este hombre que intuimos feliz. Un hombre feliz porque siempre lo hemos visto rodeado de buenos amigos, que curiosamente –o no tanto- conforman parte de lo mejor que tenemos en nuestra ciudad. O hemos tenido. Porque seguro que un par de ellos que ya no están con nosotros estarían sentados hoy entre ustedes para acompañar a nuestro premiado en esta jornada. Me estoy refiriendo a J.Antonio Labordeta y Félix Romeo. No quiero extenderme en el tema. Les emplazo a que entren tranquilamente en su casa en internet y en la bella página que alguien le ha diseñado vean unas grabaciones donde se ven a los citados y a nuestro hombre junto a muchos otros amigos, bien en presentaciones de libros o bien en lifaras muy patrióticas, entiéndase de patria chica. Y en todas ellas, de maestro de ceremonias el ínclito Luis Alegre. Son muchos y abundantes los méritos de José Luis Melero como para que nuestra Asociación haya decidido otorgarle uno de sus galardones. El de amante de los libros parece tan evidente que creo se queda corto. Este hombre es mucho más, un apasionado de la cultura, de Aragón y lo aragonés y una suerte de renacentista al que nada le es ajeno. Y todo con pasión…y dedicación.
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