![]() |
|
Vida y elogio de un maestro en su siglo Nacho del Río y Beatriz Bernad cantarán hoy en la presentación en el Paraninfo Antón Castro Heraldo de Aragón, 1 de diciembre de 2022 HERALDO/A. C. ¿Cómo da el salto un divulgador de libros y autores, de raros y olvidados, a la ficción? Este libro ha sido un encargo. Me lo pidieron y me pareció un reto muy atractivo. Nunca había hecho ficción. Me pareció que mezclando una historia de ficción con la vida de Jesús Gracia el resultado podría ser interesante. Y además, en formato infantil y juvenil. ¿Ha sido una dificultad añadida? No, me he sentido muy cómodo. Lo escribí muy a gusto, muy rápido, mucho más rápido de lo que yo acostumbro. Mis textos sobre autores y libros raros me cuestan mucho más. Cada dato –y yo suelo dar muchos– lo compruebo mil veces, y aquí no había nada que comprobar. Conocía muy bien la vida de Jesús Gracia y conversé también con su hija Piedad una tarde en su casa para disipar algunas dudas. ¿Por qué Jesús Gracia? Porque ha sido el más grande cantador de la segunda mitad del siglo XX y porque querían celebrar que se cumplía el centenario de su nacimiento con un libro de estas características. La colección ‘Zaurines’ que edita la Comarca Campo de Belchite era el sitio perfecto para publicar la historia de este cantador de Lécera, uno de los pueblos de la comarca. ¿Qué significa en la historia de la jota? Jesús Gracia es sinónimo de rigor y exigencia, de vocación absoluta, de afán investigador, de defensa de la pureza de la jota y de aversión profunda a la chabacanería y al baturrismo zafio. Es en mi opinión, con José Oto, el más grande cantador de todos los tiempos. ¿Qué ha pesado más en él: su condición de cantador, de investigador o de maestro? Esas tres cualidades son en él indisociables. Fue un gran cantador, que además recuperó decenas y decenas de tonadas olvidadas, por lo que también fue un importante investigador. Y fue, sin duda, un generoso y ejemplar profesor, que creó una gran escuela que hoy dirige Nacho del Río y que cuenta con media docena de Premios Extraordinarios y otros tantos Ordinarios. Desmiente el mito de hombre difícil. ¿Cómo era en realidad? Su fama de hombre de carácter arisco es una leyenda sin fundamento alguno. Fue un hombre con un gran sentido del humor, próximo y cercano, y muy amante de la familia y de sus amigos. Pero, desde luego, la jota se la tomaba muy en serio, y en lo relacionado con ella era duro (consigo mismo el primero) y exigente. ¿Qué le debía a Lécera? Allí nació su pasión por la jota, tal vez oyendo a un hermano suyo, Ángel, que se dice que cantaba tan bien o mejor que él. Inventa un personaje, María Usón, que vive la jota de modo especial en el colegio. ¿Ocurría antes eso? Ahora quizá no… Depende de los ambientes en que uno se mueve. Tenemos la tentación de reducir el mundo al ambiente que conocemos y el mundo es mucho más grande. En ambientes joteros (y hay muchos miles de aficionados) es muy habitual que los niños y las niñas bailen y canten la jota. De hecho, las escuelas de jota son muy abundantes y están llenas de gente aprendiendo. Se sorprenderían los no iniciados de la cantidad de gente que mueve la jota. Es uno de los intelectuales que más defiende la jota. ¿Es necesario hacerlo aún? No creo que ahora despierte ya recelo alguno. Le hizo daño el franquismo, que trató de instrumentalizarla, pero la jota ha resistido desde hace siglos todo tipo de embates. Se cantó en los Sitios y en las guerras carlistas, en la primera República, en la dictadura de Primo de Rivera y en la II República, durante la Guerra Civil en los dos bandos (hay unas fotos estremecedoras de un gran festival de jota en Caspe, en la sede del Consejo de Aragón, el 1 de mayo de 1937), en la dictadura franquista y ahora en la democracia. Y en cada momento histórico tuvo que saber adaptarse al tiempo que le tocó vivir. Usted es bibliófilo, entendido de libros. ¿Cómo ve las ilustraciones de Elena Hormiga? Maravillosas y delicadísimas. Llenas de luz y color. Interpretan e ilustran el texto a la perfección. ¿Cómo definiría la relación entre la jota y Aragón, cuál es el secreto? La jota mantiene con el pueblo aragonés un vínculo indisoluble desde hace siglos, un idilio permanente. Ha pasado de padres a hijos y de madres a hijas de forma natural, sin que nadie la haya impuesto jamás. Sólo el pueblo llano, las clases populares, por tradición oral, conservaron las coplas y las tonadas hasta que empezó a codificarse a finales del siglo XIX. Y el amor por la jota, casi da vergüenza decirlo, no está reñido con la pasión por cualesquiera otras músicas. Se puede escuchar a Mozart, a José Oto y a los Rolling Stones, como se puede leer a Joyce, a Baroja o a Ana Abarca de Bolea. Nunca nos debería avergonzar amar lo propio si puede competir en calidad con lo de fuera. Cole Porter vino a Zaragoza a tratar de aprender jota, por la que sentía gran interés y curiosidad. Y qué decir sobre cómo trataron la jota Liszt, Glinka, Debussy, Ravel, Mahler o Falla. ¿Entonces, el secreto? El secreto de nuestro amor por la jota es que queremos parecernos a los mejores, que la amaron siempre.
|
|