EN LA MUERTE DE JOSÉ IRANZO
José Luis Melero
(Heraldo de Aragón, 23 de noviembre de 2016)
Un símbolo del Aragón más genuino, del Aragón más pegado a la tierra, más rotundo y verdadero, se ha ido para siempre. Se nos ha muerto José Iranzo, el último gran representante de la jota del pueblo, de la jota del campo, de la jota que jamás cursó estudios ni se ajustó birrete alguno. A esa jota nunca le hicieron falta togas ni doctorados. Iranzo emocionaba a todos con su voz portentosa, con sus estilos desgarrados y atávicos, con su heterodoxia a cuestas y su descarada falta de academicismo. Todos veíamos en él el entronque natural con los cantadores del siglo XIX, con los que cantaban la jota a su aire, a ese aire sin contaminar que por entonces aún se respiraba en los pueblos y en los campos aragoneses. Como Iranzo no cantaba nadie. Él hizo de sí mismo un sello y una marca, una seña de identidad de las tierras turolenses. Y no se movió de ellas sino para cantar. A diferencia de otros grandes cantadores del siglo XX, él siempre vivió en su pueblo y mantuvo firme, sin menoscabo, la tradición de las tonadas del Bajo Aragón. Creó y popularizó estilos, fue legendario rondador, y sólo los más grandes aragoneses de la historia cuentan como él con tres biografías, escritas, en su caso, por personajes muy diferentes entre sí: un periodista de raza como Alfonso Zapater, un cantautor y escritor como Joaquín Carbonell y un catedrático de universidad como Fernando Solsona. Quiere eso decir que a todos interesó y todos lo quisieron. Era imposible no quererlo. Iranzo fue un hombre íntegro, machadianamente bueno, que no conoció la envidia ni el rencor, que nunca habló mal de nadie, que nunca discutió con nadie. Tal vez por eso llegó a centenario con la mente clara y despejada y rodeado del cariño de tantos como lo quisimos. José se nos ha muerto pero nos queda su leyenda. Y las leyendas no mueren nunca. Al revés: se hacen más sólidas con el paso del tiempo. La leyenda del Pastor no hará en lo sucesivo sino crecer para mayor gloria de Aragón.
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