Señor Presidente y miembros de la Corporación, Autoridades, Amigas y amigos, Señoras y señores: Quiero comenzar diciendo que como bibliófilo, escritor y amante de los libros (como zaragocista, mejor que no diga nada), estoy muy feliz de que sea precisamente la DPZ quien me conceda esta medalla de Santa Isabel, porque la DPZ ha sido siempre una institución ejemplar en la edición y difusión de nuestros libros y de nuestra cultura. Lo fue en el siglo XIX, cuando creó la legendaria Biblioteca de Escritores Aragoneses, colección de textos históricos y literarios publicada entre 1876 y 1926. Cincuenta años justos, en los que editó textos fundamentales para la historia de Aragón como la Crónica de San Juan de la Peña, los Progresos de la Historia en Aragón, con la biografía de Jerónimo Zurita, que escribieron los cronistas Juan Francisco Andrés de Uztarroz y Diego Dormer, los Comentarios de las cosas de Aragón, de Jerónimo Blancas, o el Itinerario del Reino de Aragón, de Juan Bautista Labaña, el diario de su viaje por Aragón, un cuaderno de campo en el que anotó observaciones geográficas y gran número de descripciones y datos, acompañados en ocasiones de ilustraciones. El Labaña tiene un enorme interés para conocer muchos aspectos del pasado de Aragón. Jordán de Asso (a quien tenemos sentado en nuestro Paraninfo para siempre), cuando fue cónsul en Ámsterdam hizo una copia del texto original de Labaña para la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, y la DPZ lo publicó en 1895 con prólogo de Faustino Sancho y Gil. Este Sancho y Gil, que era cuñado del conde de la Viñaza, murió un año más tarde, en 1896, en Épila, en la finca que don Cipriano tenía a las afueras del pueblo. (Esto último siempre que Martín Llanas no me corrija). Y yo acabé comprando algunos de los libros de la biblioteca particular de Sancho y Gil más de un siglo después. Las vueltas que da la vida. Los textos literarios de esta Biblioteca de Escritores Aragoneses también fueron de gran importancia y la DPZ publicó a Pedro Liñán de Riaza y a Fray Jerónimo de San José, a Ximénez de Urrea, a Juan Francisco López del Plano o a Bartolomé Leonardo de Argensola. Y también, como es bien sabido, publicó el modélico y memorable Diccionario de Voces Aragonesas de Jerónimo Borao, del que hizo dos ediciones, una en 1884 y otra en 1908, diccionario que, junto con el del presbítero José Pardo Asso, publicado en 1938, fue el más utilizado hasta la aparición del de Rafael Andolz en 1977. No hace falta decirles que tengo todos los libros que componen esa maravillosa Biblioteca de Escritores Aragoneses, para lo que hube de dar no pocas vueltas por todas las librerías de España en aquellos años en los que no existía internet. Y tampoco hace falta que les diga que tuve buen cuidado de no decirle jamás a mi querida esposa y vicerrectora favorita cómo y cuánto se había resentido nuestra cuenta corriente con esas compras. Al final de la edición de la Crónica de San Juan de la Peña, el primero de los libros publicados, en 1876, se publica la lista de los suscriptores de la Biblioteca. Me he molestado en contarlos y eran exactamente 147, lo cual, si pensamos que estamos hablando de 1876 y de libros de alta cultura, es verdaderamente prodigioso y conmovedor. Hoy no sé si encontraríamos ese número de suscriptores para ediciones de parecidas características. Entre esos suscriptores estaban, por ejemplo, y por citar sólo unos pocos, Antonio Cánovas del Castillo, catedráticos y rectores como el citado Borao y Antonio Hernández Fajarnés, don Juan Bruil, el pintor Bernardino Montañés, el novelista José María Matheu, ilustres abogados foralistas como Marceliano Isábal y Joaquín Gil Berges, Francisco de Cavia -el notario, padre de Mariano de Cavia-, Francisco Zapater (el sobrino de Martín Zapater, el amigo de Goya), Florencio Jardiel, Vicente Lafuente o el arabista y bibliocleptómano Pascual de Gayangos. Y, desde luego, la Universidad de Zaragoza, querido rector, que se suscribía con tres ejemplares, uno de ellos para la Biblioteca Universitaria. Tanta importancia tuvo esa Biblioteca de Escritores Aragoneses de la DPZ en la memoria colectiva, que a comienzos de la transición, cuando la editorial Guara le pidió a José Carlos Mainer que dirigiera una colección de los escritores aragoneses que debían estar en el canon, nuestro ilustre catedrático la llamó Nueva Biblioteca de Autores Aragoneses, en sentido y manifiesto homenaje a la Biblioteca de Autores Aragoneses de la DPZ. Esta Diputación Provincial siguió siendo ejemplar en la edición y difusión de nuestros libros y de nuestra cultura a lo largo del pasado siglo XX y del presente siglo. Primero, con la creación a partir de 1915 del Estudio de Filología de Aragón, dirigido por ese gran aragonés que fue don Juan Moneva y Puyol (aquel cuyo mayor deseo hubiera sido ser carabinero en la frontera de Ariza) y en el que se formó María Moliner; y fundamentalmente, después de la guerra civil, a través de la IFC, que acaba de cumplir 75 años y lleva publicados hasta la fecha cerca de cuatro mil libros y revistas, entre los que se encuentran algunas de las mejores ediciones hechas nunca en Aragón, como los humildes pero entrañables Cuadernos Jarnesianos que auspició mi querido y recordado IMG, que fue uno de sus grandes directores, la benemérita reedición de los Anales de Zurita (que mi padre me compró cuando yo casi no me afeitaba), el Criticón de Gracián, que obtuvo el premio de la RAE, los recientísimos y bellísimos Álbumes de Pedrola, de Valentín Carderera, en impecable edición de Manuel García Guatas, o esa maravillosa colección “Serie Negra”, dirigida por Álvaro Capalvo y Víctor Lahuerta, que ha sido uno de los más grandes aciertos de la IFC en estos últimos años tan fructíferos, con Carlos Forcadell como ejemplar director. Que una institución que ha hecho tanto por la cultura de Aragón piense que soy merecedor, precisamente como hombre de cultura, de la que es su máxima distinción, comprenderán que me llena de felicidad y de agradecimiento. Y en algunos momentos de desconcierto, pues pienso si no se habrán equivocado de hombre y no habrá sido todo un error (a lo mejor pensaban en el Melero del Huesca, aunque tratándose de institución tan zaragozana se me haría raro, además de que el Huesca ya ha tenido este año su premio gordo). En cualquier caso, guárdenme el secreto de mis dudas y cavilaciones y de este puntual desconcierto mío, pues no pienso decirles una sola palabra, no sea que les abra los ojos y me quede sin medalla. No podía, además, distinguirme nadie más apropiado que la DPZ. Zaragozanos, de la capital o de la provincia, son todos mis antepasados. Mis abuelos maternos y sus ascendientes eran de la capital, pero tenían una torre en Belchite, o sea en la provincia, donde mi madre pasaba los veranos. Y mis abuelos paternos y todos sus ascendientes, menos uno, eran de Aguarón, al lado de Cariñena. O sea de la provincia. Y ese uno, que no era de Aguarón, mi bisabuelo Valentín Melero, era de Daroca, así que también de la provincia. La capital y la provincia, la provincia y la capital, han sido por tanto a quienes debo mi existencia y el estar hoy aquí. El hecho de que la institución que mejor representa a nuestra provincia me distinga hoy con la medalla de Santa Isabel, también comprenderán que me llena de alegría y emoción. Quiero agradecer de todo corazón a quienes se acordaron de mí e hicieron esta propuesta, y a quienes la recibieron con simpatía y la apoyaron; a Bizén Fuster (un hombre fundamental en la historia del aragonesismo) por su cariñosa loa, en la que me cuesta no poco reconocerme; felicitar a los otros premiados que, con toda seguridad, merecen esta distinción mucho más que yo (con un guiño especial a mi querido Fernando García Vicente, que es además mi presidente en La Cadiera); y agradecerles a todos su presencia y su paciencia. Esta medalla tendrá siempre un lugar de honor en mi casa, al menos a la altura de mi libro firmado por Borges, de los viejos discos de jota de José Oto y del vídeo del gol de Nayim. Muchas gracias.
Vídeo y fotografías del acto de entrega de las medalla de oro de Santa Isabel de Portugal (Enrique Lafuente Muñoz)
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