Cortesías Heraldo de Aragón, 2 de octubre de 2018
Yo sé que hablar de don Juan Moneva no es precisamente lo más ‘cool’. Y si yo fuera de esos que gustan del castellano tirando a procaz y tabernario, a lo Pérez Reverte, escribiría ahora que me importa una mierda si es ‘cool’ o deja de serlo. Pero ando lejos de esas preferencias, y lo que me interesa es recordar aquí que Moneva, que fue un hombre conservador y, a mi humilde parecer, de sotanófilos excesos, tuvo una inteligencia extraordinaria (no conocemos muchos casos como él de licenciados en Químicas y doctores en Derecho), una personalidad arrolladora (siendo como era un hombre de orden, exigió al gobernador civil, con no poco riesgo personal, que terminara con los fusilamientos y los ‘paseos’ en la guerra), y fue un aragonesista cabal, enamorado hasta las cachas de su tierra, que defendió nuestro derecho foral y que abominó del baturrismo, del excesivo pilarismo y de la jota como mito popular. Hace unos días un querido amigo publicó algo que sabía que podía incomodarme; y días más tarde escribió con la más noble intención otro texto para halagarme y mostrarse cortés. Y yo entonces recordé a Moneva y su excepcional texto sobre la cortesía: “Es más importante en cortesía omitir que hacer, y vale más evitar desagrado que causar agrado. Aunque obligación primordial de cortesía es estar atento al prójimo, lo es más para no desagradarle que para satisfacer sus gustos”.O sea, evitar molestar antes que tratar de agradar. En tiempos tan agitados, no es reflexión a desatender.
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