ANDALÁN Y LOS JÓVENES ARAGONESISTAS

 

 

 

Cuando salió a la calle el número 1 de Andalán me faltaban tres meses para cumplir dieciséis años. Guardo enmarcada en mi biblioteca la carta que se envió para anunciar la publicación y recuerdo que compré ya el número 1 de la revista (que entonces tenía en realidad formato de periódico) en el quiosco de prensa que había en la Gran Vía, casi esquina a la calle Dato. Yo pagaba entonces de mi bolsillo, con la propina que me daban mis padres, tres publicaciones: Poesía Hispánica, Andalán e Ínsula. Las dos primeras las adquiría en ese quiosco, muy próximo a mi casa de entonces, e Ínsula iba a comprarla al puesto de periódicos que se hallaba a la entrada del cine Coliseo, en el paseo (en Zaragoza, cuando se habla del paseo, todos sabemos que nos estamos refiriendo naturalmente al paseo de la Independencia). Es tal vez difícil de creer para los tiempos que corren, pero eso es lo que yo (y unos cuantos de mis amigos) leíamos con dieciséis años. Y es que habría que recordar que con esos años yo ya era universitario, edad a la que entrábamos en la universidad todos los que cumplíamos años entre octubre y diciembre. En nuestro primer año de universitarios habríamos de cumplir 17, pero si, como era mi caso, habíamos nacido en diciembre, durante nuestros primeros meses en la universidad aún teníamos 16. La politización entre los jóvenes de entonces era muy grande y mis intereses literarios también, y de ahí que en mis lecturas se mezclaran, de forma natural, Andalán y dos clásicas revistas literarias del momento.  

         En el hecho de que eligiera Andalán, y no Triunfo o Cuadernos para el diálogo, influirían sin duda mis pasiones aragonesistas. Habíamos escuchado a Labordeta (y cantado sus canciones, pues en un grupo que tuvimos por entonces versionábamos algunas, entre las que recuerdo la memorable “Mientras yo canto”, que habíamos grabado en un recital de José Antonio para aprendérnosla y cuya letra estaba a disposición de todos en el libroCantar y callar, publicado en la colección Fuendetodos, en 1971) y teníamos ya mis amigos y yo una querencia por lo aragonés que, al menos en mi caso, habría de acompañarme toda la vida. Andalán afianzó de forma notable esa pasión por las cosas de Aragón desde una óptica progresista, y nos ayudó a los jóvenes de entonces a reconocernos en una tierra y en un paisaje que, hasta la aparición de la revista, parecía más bien una delegación de segundo nivel de los Coros y Danzas de la Sección Femenina.  

         Aunque, en realidad, Andalán era una publicación aragonesa y preocupada por lo aragonés, pero no era en sentido estricto una revista aragonesista. Allí sólo hubo desde sus comienzos tres aragonesistas de verdad que merecieran tal calificativo: Eloy Fernández Clemente, José Antonio Labordeta y Emilio Gastón. Los demás no lo eran en absoluto. O, al menos, no lo eran como ellos, pese a que los hubo muy comprometidos con el aragonesismo como fue el caso de Gonzalo Borrás. Sólo ellos tres siguieron siendo aragonesistas siempre: decidieron no ingresar en el PSOE cuando desapareció el que era su partido, el Partido Socialista de Aragón, y apoyaron desde su fundación a Chunta Aragonesista, de la que José Antonio fue militante y con cuyo partido obtuvo acta de diputado en las Cortes de Aragón y, por dos legislaturas, en el Congreso en Madrid. Eloy presidiría la ‘Fundación Gaspar Torrente para la investigación y desarrollo del aragonesismo’ y apoyaría sin fisuras en todas las elecciones a CHA, y Emilio aguantó hasta el final con el PSA y también defendió siempre sus posturas federalistas y aragonesistas. Pero otros destacados miembros de Andalán como José Antonio Biescas, Juan José Carreras, Javier Delgado, Lola Albiac, Guillermo Fatás, Carlos Forcadell, Mario Gaviria o Juanjo Vázquez, por citar unos pocos ejemplos, andaban muy lejos de esa pasión por lo aragonés o, incluso en algunos casos, eran abiertamente contrarios a ella. De ahí que, pese a que los más jóvenes radicalizados aragonesistas de entonces sentíamos cariño por Andalán y la teníamos como un referente en nuestra formación y educación sentimental, no la vivíamos del todo como nuestra, y decidimos fundar cinco años más tarde el Rolde de Estudios Aragoneses, entonces Rolde de Estudios Nacionalista Aragonés, y la revista Rolde, en torno a la cual se reunieron los aragonesistas de izquierdas de la siguiente generación a Andalán: Chesús Bernal, Bizén Fuster, José Ignacio López Susín, Antonio Peiró, Vicente Pinilla, Chesús Yuste o quien perpetra estas líneas, entre otros. Esa misma generación de aragonesistas fundaría Chunta Aragonesista en 1986 y demostraría que el aragonesismo de izquierdas tenía un espacio y un recorrido mucho mayores del que muchos miembros de Andalán y del PSA le habían vaticinado y atribuido. Hoy Rolde sigue saliendo a la calle cuarenta y cinco años después y Chunta Aragonesista, con treinta y seis años de vida, está presente en el Gobierno de Aragón. Algo se habrá hecho bien.