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ALMOJÁBANAS Heraldo de Aragón, 1 de febrero de 2019 Todos sabemos ya que las ciudades importantes se distinguen por tener grandes pastelerías, excelentes librerías y legendarios equipos de fútbol. Ahora en Aragón, con las librerías y el fútbol estamos de capa caída: una de las grandes librerías zaragozanas acaba de cerrar, y de la marcha de nuestros equipos mejor no hablamos. Pero nos quedan las dulcerías. De éstas estamos bien surtidos: Echeto, La Suiza, Manuel Segura, Micheto, Muñoz, Ascaso, Tolosana, Fantoba, Melba, Soconusco… En Albarracín también hay algunas buenas confiterías. Lo mejor de los dulces de Albarracín son las almojábanas, una especie de rosquillas propias de esa sierra, de origen árabe, que yo sigo comprando cada vez que voy allí y de las que me comería media docena en una sentada. Pero lo más llamativo de ellas, excelencias reposteras aparte, es que esa tradición de las almojábanas fue exportada al otro lado del Atlántico, como lo prueba el hecho de que aparezcan citadas en algunos libros de Gabriel García Márquez, como Los funerales de la Mama Grande, en el que se mencionan junto a otros alimentos típicamente americanos, o El amor en los tiempos de cólera, en el que los protagonistas toman “chocolate con almojábanas”. Yo les propondría a nuestros reposteros de Albarracín que promocionaran sus almojábanas de esta guisa: “Las genuinas que García Márquez saca en sus novelas”. Y, desde luego, cada vez que vayan a Albarracín compren esas rosquillas, como homenaje a la cultura árabe que nos las dejó y a García Márquez que las popularizó en sus libros. 1-2-19
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